Por qué la educación

En España existen unos 800.000 docentes y alrededor de 9 millones de estudiantes. Unos y otros deben tener bien presente que la información —a veces tan crítica con el sistema educativo— se refiere sólo a lo insólito, a lo extraordinario, a lo que no es habitual…, mientras que la mayoría de los docentes y estudiantes permanece «invisible».

Y es esta mayoría la que debemos ser capaces de ver y de apreciar. En colectivos de estas proporciones, es lógico que haya algunas desviaciones, que haya algunos altercados, o falta de calidad…, y por esto son noticia. Pero es fundamental —para que mantengamos entre todos un sistema educativo a la altura de las circunstancias, ya que de él depende no sólo el futuro nacional, sino el planetario— reconocer la excelencia de la gran mayoría de los docentes y estudiantes, que se merecen el mayor respeto y estímulo por parte de toda la ciudadanía.

La solución estaba, está y estará en la educación. Se equivocaron rotundamente los que sustituyeron los valores éticos, los principios democráticos, por el mercado. Ahora es apremiante realizar las transformaciones que permitan un desarrollo global sostenible a escala mundial.

Para qué:

  • «Para dirigir con sentido la propia vida» (Francisco Giner de los Ríos).
  • «Para ser libres y responsables» (Artículo Primero de la Constitución de la UNESCO).
  • «[…] para el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.» (Artículo 26/2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos).
  • Para pasar de súbditos a ciudadanos, de espectadores a actores que participan y opinan, emplazando los valores y principios universales en el centro del comportamiento cotidiano.
  • Para que todos los seres humanos actúen en virtud de la propia reflexión y no al dictado de nadie.
  • Para que vuelen alto, sin adherencias, sin adicciones, en el espacio inmenso del espíritu.
  • Para que puedan crear, que es una capacidad distintiva de la especie humana.

Qué

  • Aprender a conocer
    a hacer
    a ser
    a vivir juntos
    a emprender
    a atreverse
  • El respeto a la vida, la promoción y la práctica de la no violencia por medio del diálogo y la cooperación, la satisfacción de las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente para las generaciones presentes y futuras, la adhesión a los principios de libertad, justicia, tolerancia, solidaridad, pluralismo, diversidad cultural y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones…
  • Lo que importa realmente es la formación «troncal», la que influye decididamente en el comportamiento, la que permite que puedan adquirirse destrezas, habilidades profesionales, oficios, etc. para objetivos laborales y de servicios a la sociedad, que nunca deben sustituir los fundamentos del proceso educativo.

Quién

  • Progenitores, familiares, tutores…, todos los que desde los primeros momentos pueden incidir de forma más directa en el desarrollo de las capacidades distintivas de los seres humanos y forjar actitudes y estilos de vida que estén a la altura de su dignidad.
  • Los educadores tienen un papel especialmente relevante, en cooperación directa con los familiares, en la educación, en favorecer que conozcan y apliquen los saberes…, pero, sobre todo, en que sean ellos mismos, que gocen de la unicidad creadora que les caracteriza.
  • Aprovechar el tesoro de la experiencia de los mayores.
  • Gran responsabilidad de la sociedad y, muy en particular, de los medios de comunicación. «Más vale un ejemplo que cien sermones». No se puede exigir a la escuela que luche contra lo que, de forma permanente y tan visible, la sociedad tolera en un sistema basado en el consumo, con anuncios gravemente lesivos para los niños y adolescentes, con léxicos que afectan tan negativamente a la formación que reciben en la escuela.

A quién

  • A los estudiantes «[…] y a todas las personas, a las familias, grupos y comunidades, educadores, instituciones docentes, medios de comunicación, patronos y sindicatos, movimientos populares, partidos políticos, parlamentarios, funcionarios, organizaciones nacionales e internacionales no gubernamentales, todas las organizaciones multilaterales, las Naciones Unidas […]» (Plan de Acción Mundial sobre Educación para los Derechos Humanos y la Democracia, Montreal, Canadá, 1993).
  • La educación es, en suma, responsabilidad de todos, para lograr fortalecer el contexto, que debe ser genuinamente democrático, en el que se vive.

Cómo

  • Favoreciendo la interacción familia-escuela-sociedad. En la familia, es imprescindible disponer de tiempo para escuchar, para expresarse, para que los lazos familiares vayan pasando de inexorables a voluntarios.
  • La transmisión de conocimientos en la escuela debe tener lugar —particularmente en momentos en que la información es tan abundante y se cuenta con una moderna tecnología de la comunicación— de forma «personalizada» en toda la medida de lo posible.
  • Favorecer la lectura, ya que es fuente no sólo de saberes sino de imaginación, promueve la creatividad, hace pensar, cavilar.
  • La sociedad debe ser consciente de su enorme incidencia en la educación ciudadana, en los hábitos y estilos de vida, evitando que el partidismo (deportivo, ideológico, religioso…) se convierta en obediencia ciega, en devoción excluyente.
  • Actividades artísticas (pintura, escultura, literatura, música…) y deportivas. Estos aspectos son fundamentales para conseguir una «buena» educación.

Cuándo

  • A lo largo de toda la vida. «Educación para todos, a lo largo de toda la vida» es el gran objetivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Un mundo de personas educadas es un mundo de personas libres, responsables y creadoras, capaces de inventar su futuro.

Federico Mayor Zaragoza
Ministre d’Educació 1981-1982
Director general de la UNESCO 1987-1999